viernes, 22 de enero de 2016

EMBARAZO, NACIMIENTO Y CRIANZA EN EL ANTIGUO EGIPTO

EMBARAZO, NACIMIENTO Y CRIANZA EN EL ANTIGUO EGIPTO


En el Antiguo Egipto, a la menstruación se le llamaba “las purificaciones”, ya que se suponía que con ellas, las mujeres se deshacían de elementos nocivos. En esos días, no tenían que ir a trabajar. Incluso dispensaban a algunos hombres de asistir a su trabajo, ya que se consideraba algo impuro.
Existían métodos anticonceptivos, especialmente espermicidas hechos con elementos naturales. Se usaban dada la alta mortalidad de la mujer en el parto.
De otra parte, tenían fórmulas y ritos para aumentar la fecundidad, y cuando la mujer quedaba embarazada, se la protegía con aceites y amuletos, dada la altísima tasa de mortalidad de los fetos
Los antiguos egipcios averiguaban si la mujer estaba embarazada mediante observación del pulso, la piel, los ojos o la tendencia a vomitar, mezclada con ritos mágicos.
En el caso de mujeres  egipcias de clase alta, cuidaban la piel y prevenían las estrías con aceites que guardaban en botellitas con formas de Thueris, la diosa protectora del embarazo  y el parto.
En el momento del parto, las mujeres humildes parían en un lugar especial de la casa destinado a tal fin, y decorado con imágenes de Bes y Thueris, dioses protectores. Han aparecido restos en la ciudad de los trabajadores de Deir el Medina o Akhetaton. En el caso de la mujer de clase alta, era llevada al pabellón del nacimiento. Normalmente parían tumbadas en la cama, o, más frecuentemente, en cuclillas encima de dos ladrillos, desnudas, pero con collares y rebuscados peinados en trenzas y ayudadas por dos comadronas. En caso de complicaciones, se recurría a la cirugía, llevada a cabo por un médico.
ES interesante la presencia del “bastón apotropaico”, en forma de cuchillo, hecho de dientes de hipopótamo (recordemos a la diosa Thueris), con dibujos de enanos (en  referencia al enano Bes), que se colocaba sobre el vientre de la madre o sobre el bebé ya nacido.
Cuando el niño nacía, era lavado y entregado a la madre. Entonces, ésta  elegía el nombre del bebé, que podía derivar de alguna frase dicha durante el parto, de la profesión del padre, procedencia o relacionados con nombres de dioses.
La madre permanecía aislada con el bebé en el “Pabellón del confinamiento” durante quince días para protegerlo de las fuerzas que supuestamente querían acabar con él. Pasados estos días, en las familias más pudientes se celebraba con una fiesta la incorporación de la mujer y el hijo a la vida cotidiana.
La mortalidad de las mujeres durante el parto era muy alta, según estudios en momias de mujeres jóvenes.
Para los egipcios era tan importante una niña como un niño, frente a civilizaciones como la griega o romana, incluso algunas actuales, donde se mataba o abandonaba a las niñas con frecuencia.
En el caso de bebés con malformaciones o retrasos mentales, se les aceptaba, como prueba de la gracia del dios, y se les integraba plenamente en la sociedad, donde eran respetados.
La madre amamantaba al bebé durante unos tres años, ya que amamantar daba gran prestigio social, además de ser beneficioso para el bebé. En clases altas,  contrataban a una nodriza, que amamantaba al bebé, y era considerada una más de la familia, siendo representada en las pinturas de las tumbas al lado de éstos.
Durante mucho tiempo, la madre llevaba al bebé pegado a su pecho o a su espalda, envuelto por una tela al torso de la madre. A pesar de los cuidados, y los amuletos protectores, como el ojo de Horus, la mortalidad era muy alta. Sir Flinders Petrie encontró en una excavación en la ciudad de los trabajadores de Kahun, muchos cuerpos de bebés enterrados bajo las casas de los trabajadores. También se han encontrado muchos niños en la ciudad de Deir El Medina.
El niño que sobrevivía, permanecía con su madre hasta el momento de la transición a la vida adulta, que ocurría con el ritual de la circuncisión. Aunque su consideración como adulto le venía dada cuando era nombrado en algún oficio, o cuando formaba su propia familia.

El hijo mayor, independientemente de su sexo, debía cuidar de los padres y procurarles un buen enterramiento. Éstos heredaban las posesiones de sus padres. La mujer también era heredera de los bienes.

Marta Pérez (Akesha)



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