jueves, 21 de enero de 2016

MATRIMONIO EN EL ANTIGUO EGIPTO

MATRIMONIO EN EL ANTIGUO EGIPTO

Ninguna ley egipcia obligaba a las mujeres a depender de los hombres. De hecho, la mujer soltera también tenía bienes y autonomía jurídica para administrarlos. Los documentos que constataban dicha independencia se remontan a la XXII dinastía, aunque sabemos que era una costumbre arraigada desde el Reino Antiguo.
Aunque la mayoría prefería casarse, sin límites de edad. Normalmente, entre 12 y 14 años las mujeres y los 16 en los hombres podían casarse y tener hijos. Nadie podía impedírselo y su pareja la elegía ella, no la familia, como en otras civilizaciones. Aunque, por respeto, solían solicitar la aprobación de los padres.
Además, a las egipcias no se les prohibía tener relaciones sexuales antes del matrimonio, ya que la virginidad para ellos no era importante. Eso sí, una vez organizado el matrimonio, los esposos se debían fidelidad.
En algunas circunstancias se realizaba, incluso, una especie de “matrimonio temporal”, como en período de pruebas. El que rompía este período debería dejar al otro la mayor parte de las posesiones. Hay evidencias en tres textos de Tebas, en que se habla de un período de prueba de 7 años.
El matrimonio en el Antiguo Egipto se producía simplemente por construirse una casa e irse a vivir juntos, sin rituales, ni obligaciones administrativas. Era sólo un acto social, llamado Gereg per (fundar una casa). Para ello, cuando había medios, se celebraba una fiesta familiar, como hace referencia la “Novela de Setna”, de época tardía.
Las palabras “tú eres mi marido” y “tú eres mi mujer”, eran suficientes para sellar la unión.
Al marido se le exigía un contrato verbal, por si el matrimonio fracasaba o abandonaba a su mujer, le entregaría ciertos bienes, más los aportados por ella al matrimonio. También podían firmar un documento privado que detallaban los bienes de cada uno.
Las causas de separación son similares a las actuales: desacuerdos, adulterio, infertilidad, deseo de estar con otra persona, etc.  Aunque si la causa era la esterilidad, los moralistas recomendaban no divorciarse, sino adoptar un hijo.
Si la causa no era aceptable, sería juzgado por un tribunal y le costaría caro. Pero los matrimonios eran muy estables, debido sobre todo a la gran carga económica para uno de los cónyuges. El divorcio no necesitaba ningún documento, simplemente que uno de los cónyuges dijera al otro “te repudio”.
Libertad para casarse, y para divorciarse, nos da idea de la gran independencia de la mujer en el Antiguo Egipto, lo que en otras civilizaciones contemporáneas a la suya o posteriores, no vieron bien.
Las mujeres también conservaban el nombre y apellido de solteras, ya que el nombre formaba parte  de los elementos vitales que necesitaban para el paso al más allá.
Respecto a la poligamia o poliandria, no era frecuente en el pueblo llano. Las representaciones en tumbas de dos mujeres o dos maridos, no suelen ser de relaciones simultáneas, sino sucesivas. La poligamia era más frecuente en la realeza, donde esposas y concubinas formaban parte de una institución poderosa llamada el “harén real”.
Respecto al tema del incesto, no se daba realmente tal y como lo vemos hoy. El esposo llamaba hermana a su mujer y viceversa. En el caso de la realeza, se dieron casos de matrimonios entre hermanastros o entre padres e hijas,  para preservar la pureza de la sangre.

Pero, ante todo, el matrimonio era la estabilidad a que todo el mundo aspiraba.

Marta Pérez (Akesha)






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